Cuando te conviertes en padre, sientes un amor tan inmenso por tu hijo, que da miedo. Quieres que nunca le pase nada malo, que no enfermen, y sobretodo protegerles a toda costa.
Cuando de repente tu hijo enferma y lo tienen que ingresar, parece que el mundo se paralice. Todo queda relegado a un cuarto o quinto plano, y lo más importante en ese momento es la recuperación de ese pequeñín por el gustosamente te cambiarías para no verlo sufrir más.
Domingo, 22 de agosto.
9:00 a.m. "Mar, J. tiene fiebre, está a 39,2ºC". A eso se le llama empezar bien el día. Me visto corriendo y me voy a urgencias, la noche anterior llegamos de viaje y J. está sacando las muelas, pero eso es demasiada fiebre. Suponemos que pueda deberse a una otitis, amigdalitis o bronquitis (ésta última es muy frecuente en su caso). La Dra. que nos atiende no le encuentra nada.
Como conseguimos bajarle la fiebre, decidimos ir a celebrar el santo de mi abuela con toda la familia. Está a una hora de viaje, así que no suponemos que fuera un problema. Cuando llegamos a las tres, el niño vuelve a estar a 39ºC. Conseguimos bajársela al cabo de una hora, pero enseguida vuelve a subirle a 38,5ºC. Y a las nueve de la noche vuelve a estar de nuevo a 39ºC.
Volvemos a casa, previa visita a urgencias... esta vez nos dicen que parece tener el cuello algo rojo. Seguimos con paracetamol y apiretal.
Lunes, 23 de agosto.
Seguimos pasando el día a 38,5ºC - 39ºC. Aquí hay algo que no funciona, pienso. Así que como la Dra. nos dijo que si continuaba con la fiebre volviésemos, a las cuatro fuí otra vez a urgencias. Esta vez decidieron hacerle una placa de torax, para descartar una neumonía. Salió bien, pese a eso el Dr. que nos visitó decidió darle antibiótico. Es el mismo que nos recetan con las bronquitis de J. así que me dá "tranquilidad". Esa noche vuelve a repetir la fiebre de 39,2ºC y tardo más de hora y media en conseguírsela bajar, tras pasar media hora en la bañera.
Martes, 24 de agosto.
Conseguimos más o menos controlar la fiebre dándole antitérmicos cada cuatro horas. El peque hace una siesta de tres horas y vuelve a levantarse con fiebre, 38,5ºC y empieza a hacer unas heces llenas de moco. Será del antibiótico, pensamos, pero luego recordando las otras ocasiones en las que se lo habíamos administrado, nunca había hecho eso.
Miércoles, 25 de agosto.
01:00 a.m. J. vuelve a estar a 39,2ºC. Le administro el antitérmico y me lo llevo a urgencias. Algo dentro de mí decía que algo no iba bien, eran demasiados días con fiebre y ya llevábamos dos dosis de antibiótico (una dosis cada día). Me llevé a urgencias la radiografía que me habían hecho el día anterior y el informe de urgencias. En cuanto se lo doy al Dr. empieza a hacer que no con la cabeza, eso ya no me gustó.
Colocan a J. en una bañera para bajarle la fiebre, una hora después lo han conseguido. Le colocan un gotero con suero y le hacen análisis de sangre, orina y heces. Los resultados del análisis de sangre demuestran que tiene una gran bajada de glóbulos blancos (si normalmente están a 5.000 en un niño estaban a 1.900). En cuanto me lo dijo el Dr. una sola palabra rezumbaba en mi cabeza: Leucemia.
A las cuatro y cuarto de la madrugada me dicen que nos van a ingresar. Llamo a mi marido para decírselo y a mi madre, que no está en la ciudad.
Nos suben finalmente a la habitación a eso de las seis. Consigo dormir algo, pero a las ocho nos vuelven a despertar. Le toco el frente a J. y está ardiendo!!!
Justo en ese momento llega mi madre, para mí es un alivio porque se va a llevar a A. y así mi marido y yo podemos turnarnos con J. en el hospital. J. vuelve a estar a 39ºC, pero le colocan algo en el gotero y consiguen bajarle la fiebre.
Durante la mañana viene la Dra. y nos dice que le repetirán los análisis por la tarde y que ya han empezado a hacerle cultivos con la sangre de los análisis de la madrugada.
A las cinco de la tarde le vuelven a pinchar para sacarle sangre. Y a la hora viene la pediatra que está de guardia. Los análisis no han salido bien, algo no marcha bien. Nos comunica que ha pedido el traslado de hospital. En cuanto me habla de los resultados del análisis, yo me pongo en lo peor. Salgo de la habitación cuando la Dra. se va y llamo corriendo a mi madre, cuando finalmente consigo dar con ella lo único que alcanzo a decirle es "Mamá, se muere, J. se muere". Le explico lo de los análisis, el cambio de hospital y demás y mi madre organiza todo para dejar a mi hijo mayor con mi abuela y hermanos. Al cabo de dos horas está a mi lado.
Finalmente arreglan todos los trámites burocráticos necesarios y nos trasladan al Valle Hebrón (un gran hospital con una área inmensa de maternoinfantil). Llegamos a las once y media de la noche.
Al llegar las miles de preguntas necesarias y más análisis de sangre. Al menos, en una parte algo sale mejor que los que le hicieron a media tarde, pero el niño debe seguir ingresado. Nos ponen en observación, al lado de urgencias.
Jueves, 26 de agosto.
Esa noche es difícil para mí, básicamente porque me encuentro sola y con miles de ideas rondándome por la cabeza. La palabra leucemia no paraba de recurrir a ella cada dos por tres. Duermo como puedo, pues las enfermeras entraban cada hora a tomarle la temperatura y la tensión.
A las nueve mi marido ya está conmigo, nos ayuda a aguantar a J. de nuevo cuando tienen que pincharle para un nuevo análisis. Al cabo de una hora más mi madre viene para hacerme el relevo. Mi padre me acompaña a casa para que me despeje y me duche. Cuando estaba a punto de tomarme un café con leche, me llama mi madre diciendo que ha venido la Dra. y que han decidido que tienen que hacerle una ecografía abdominal al niño y una punción de la cresta ilíaca para descartar la leucemia. Nuevamente esa palabra viene a la mente... y yo pensando en porqué no había guardado el cordón umbilical del pequeño, en si su hermano sería compatible (sé que hay más compatibilidad entre hermanos que no con padres) y si llegado el caso, podríamos tener otro hijo modificado genéticamente (creo que ya es posible, no?) para ser compatible con J.
Corriendo como puedo, llamo a mi padre de nuevo para que me acompañe al hospital. En cuanto llego ya le han hecho la ecografía y todo está bien, ahora queda el peor trago, la punción. A las doce vienen a buscarle. J. no se quiere despegar de mí, así que como le llevan con la cuna va abrazado a mi cuello todo el trayecto. Llega el anestesista y lo prepara todo, me da una autorización para firmar y empieza todo. Durmieron a J. estando yo a su lado, tengo que decir que ha sido de lo más duro que me ha tocado vivir, en cuanto cerró los ojos no pude contener las lágrimas y mi madre me sacó de la habitación. Fueron quince minutos lo que duró, los quince minutos más largos de mi vida. Encima estábamos en la unidad de hematología y oncología y al ver a esos niños con las mascarillas y la cabezada rapada, volvía a mi cabeza la palabra leucemia.
A las cuatro viene la Dra. con buenas noticias, la idea de la leucemia se desvanece, ahora saben que se trata de un virus, un virus que le ha llegado a la médula. Lo bueno es que lleva casi un día y medio sin tener fiebre. Los análisis de la mañana indican una mejoría a nivel de glóbulos blancos, pero aún así siguen estando bajos.
Continuamos estando ingresados.
Viernes, 27 de agosto.
Nuevamente vuelven a sacarle sangre a J. para nuevos análisis. Estamos a la espera de los resultados porque eso decidirá si finalmente nos podemos ir a casa, o debemos seguir ingresados. El resultado es que la cosa sigue más o menos como el día anterior, y podemos irnos a casa, pero el niño necesita tranquilidad y relax. Preguntamos a la Dra. si podemos salir de la ciudad, a una hora de distancia, y asiente. Ahora sólo queda esperar a los resultados de todos los cultivos que han ido haciéndole, que nos darán el día 1 de septiembre. Es muy posible que no salga el virus que le causó todo esto, y nos quedemos sin saber ni como se contagia, ni el periodo de incubación ni nada. A las dos de la tarde, llegamos finalmente a casa, han sido tres largos días, pero finalmente estamos los tres de vuelta.
Miércoles, 1 de setiembre.
Hemos vuelto al hospital para un control. J. al verse ahí y ver nuevamente batas blancas quería salir y no paraba de repetir "nem" (anem - vamos) y señalaba la puerta de la calle. Hoy el pinchazo para el análisis fué en la punta del dedo, lo que parece que no dolió tanto, aunque las lágrimas volvieron a sus ojos igual. Pero pronto desaparecieron con unos mimos de sus padres y salir a dar un paseo mientras esperábamos los resultados de este nuevo análisis. Casi dos horas después nos han llamado, todos los análisis que le hicieron la semana pasada han dado negativos, y el de hoy ha demostrado su recuperación absoluta... nivel de glóbulos blancos y plaquetas genial :-) Ya podemos pasar página y dejar de pensar en este episodio vivido. La suerte es que los niños olvidan, aunque los padres no.
Espero no tener que volver a vivir nunca una historia como ésta, y deseo de corazón que todos aquellos que hayais pasado o esteis pasando por ella pronto podais pasar página también. Para los que teneis algún hijo enfermo en el hospital, toda mi energia positiva y mis ánimos.
Mar bonita, que todo ese sufrimiento que has pasado se reduzca a estas líneas y a un mal ratito que recordarás pero que gracias a Dios ya has superado.
ResponderEliminarAhora lo que tu dices, a pasar página
un beso fuerte de "Pichi"
ay, Mar, qué duro, se me han saltado las lágrimas y todo según lo leía... Yo no puedo menos que dar gracias a Dios todos los días por la salud de mis tres niños, que nunca han pasado de las típicas otitis... y no puedo ni imaginarme lo que debe ser tener a uno ingresado, y más si es tan pequeñín como J....
ResponderEliminarUn abrazo enorme, y ahora a respirar tranquila y olvidar todo esto.
Besos, guapa!
Qué espanto, Mar, me pasa como a Rebe, en casa no tuve enfermedades salvo varicela, que es divertida si se mira desde los ojos de un niño: mimos y tele y quedarse en casa. No quiero ni pensar en lo que habréis sufrido. Me alegro muchísimo que ya estéis en casa, besos!!!
ResponderEliminarMar estoy llorando como una magdalena.... que horror!! de solo imaginarme todo eso, siento que se me va el aire..... que cosa tan espantosa, como es posible que pase algo asi de un dia a otro??? como asi que un virus que no se sabe cual es le llego a la medula?? pero que es eso??? OMG!!! y si no se sabe que es, como hace uno para protegerlo y que no le vuelva a dar>??? ay no no no, me muero!
ResponderEliminarLo de Lulu fue muchisisisismo menos grave que todo esto y aun asi, fue un episodio horrible, no me alcanzo a imaginar todo lo que sentiste y como ese bebe todo valiente soporto tantas cosas!!!
Mira querida, espero que esto jamas vuelva a ocurrir!! JAMAS!!!! me alegra un monton que ya esten bien y en casa, por favor dale un amapuche bien grande de mi parte y otro para ti tambien.... que valientes los dos!
un abrazo!
Hola Mar,
ResponderEliminarEs muy fuerte todo esto que nos cuentas, la verdad yo tampoco me pude aguantar el llanto.
NO sabes cunato me alegro de que las cosas terminaran bien. Eres una mujer muy fuerte, no me puedo imaginar pasar por algo así. Qué cosa tan injusta!
Un besito a tu J. y un abrazo apretado para ti.
Te mando un fuerte abrazo, tu relato me conmovió hasta las lágrimas. Que Dios te bendiga a ti y a tu familia.
ResponderEliminarQuerida Mar, que fuerza tienes. Imagino como ha estado tu corazón en estos días, latiendo intensamente, encogido, y con todos esos pensamientos negativos pasando por tu mente, yo soy como tu, y no es para menos, con las cosas que se estaban dando, esos resultados.
ResponderEliminarDemos gracias a Dios Mar que sólo fue un mal momento. Una amiga me dijo, cuando eres madre, eres madre de todos los niños, y es verdad, he sentido el dolor del tuyo como mío.
Pienso también ahora en esas madres, las del hospital, las que no tuvieron un resultado favorecedor.
Doy gracias porque tengo niños sanos, doy gracias porque J se ha recuperado favorablemente.
Que Dios te bendiga Mar, y a tu familia. Un abrazo muy muy fuerte.
Pues otra que se une al club de los kleenex... ay, angelito... menos mal que ya todo pasó, que ahora va a estar como un roble, ya verás. ¡Un abrazote bien achuchao!
ResponderEliminarQué horrible ha tendio que ser, siento muchísimo que hayáis pasado por eso, ningún niño debería pasar por eso, me imagino a esos niños que viste y me dan escalofríos, qué sensaciones más feas cuando le pasa cualquier cosa a un hijo, guapa
ResponderEliminarMar, m'ha emocionat molt aquest article, em puc posar a la teva pell, crec que qualsevol pare/mare s'hi podria posar. El més important és que ell ja estigui bé i que vosaltres ho heu superat.
ResponderEliminarJoan
Mar, me alegro muchisimo de que finalmente todo haya salido bien.
ResponderEliminarTe entiendo perfectamente, tanto que me he hinchado a llorar leyendote, la sensacion de impotencia al ver que no puedes hacer nada para que tu hijo se cure es lo peor, pero por suerte no ha sido mas que un virus, y ademas ya esta confirmado, tu niño esta sano y contigo en casa! asi que recuerda esto como una pesadilla que ya pasó.
Pobrecillo, no querrá ver a un medico mas en su vida. Ahora dale muchos mimitos, que se los merece!
Un beso a toda la familia.
ufff, mira q conozco la historia de primera mano, pero leerlo pone los pelillos de punta...
ResponderEliminarMe alegro muchisimo de q al final todo quedara en un susto, pero q dias mas terribles habeis pasado jolin. Ahora a disfrutar el dia a dia q hay q recuperar esos dias tan terribles.
Un besazo muuuuuuy gordo.
Hola Mar, tengo un nudo en la garganta y lágrimas cayendo. Me alegro que todo haya pasado, tu hijo esté bien y por suerte estéis en casa. Lo del cordón umbilical es algo con lo que yo también me he machacado mucho por no haberlo guardado, pero nadie me informó y ni se me ocurrió.
ResponderEliminarUn saludo!
Hola Mar cariño, has sido muy valiente y fuerte, nunca sabemos la fuerza que tenemos hasta que por desgracia nos toca algo asi, pero tu eres una gran persona y una gran madre que se merece lo mejor y como amiga no tienes precio. No te tortures mas pensando en lo del cordon o demas... ya no tiene vuelta, pero es natural que lo hagas, deseo que el peque no tenga que volver a pasar por esto jamas y vosotros tampoco, un abrazo muy grande y un beso. Espero que todo vaya bien a partir de ahora.
ResponderEliminarEstefania
una abraçada, guapa.
ResponderEliminar...s'hi està tan bé a casa, oi?
Encogidito me ha quedado el estómago después de leer esto. Los niños tendrían que tener prohibido ponerse malitos.
ResponderEliminarLo bueno es que todo ha salido bien!!Me alegro mucho, muchísimos besos para todos!!!
Tremendo, Mar. Las que somos madres (y las que no seguro que también) hemos llorado leyendo esto.
ResponderEliminarMe alegro de todo corazón que haya quedado en un susto. Pobre chiquitín lo que ha tenido que pasar... y vosotros, claro.
Es un campeón que ha sabido luchar contra el virús con todas sus ganas de vivir.
Un beso enorme.
Mar... se me encoge el corazón solo pensar lo que debes haber pasado...!! Mil besos
ResponderEliminarMar, preciosa, tinc un nus a la gola i no me'l puc treure...els nens mai s'haurien de posar malalts...mai...però ho heu superat, tots quatre, i queda patent lo important que és la familia en els pitjors i millors moments. Bxitos x tots!
ResponderEliminarMar, me alegro mucho de que todo esté bien y ya estéis en casa. Me lo he leído del tirón y me he angustiado, no quiero ni pensar por lo que has pasado.
ResponderEliminarMuchos besos
Me alegro que todo haya quedado en un susto. Ahora tendrás que recuperar las fuerzas perdidas y descansar. Disfruta de tus niños.
ResponderEliminarYo también estoy llorando en el trabajo..., por desgracia, tuve a mis dos hijos ingresados por motivos distintos.... pero fue horrible... (p.e., una neumonía que venía de la gripe A). Antes de que ingresasen a mis hijos pensaba que yo no tenía ni fuerza ni nada para pasar esto pero es increíble..., lo pasas, por ellos lo pasas. Sí, es cierto que es el segundo peor trago de mi vida...
ResponderEliminarMuchos besos y a volver a la vida normal lo antes posible.
Mar, no me conoces, he llegado hasta tu blog por Flickr, pero he leído tu relato y... ¡qué experiencia más dura!, me alegra muchísimo saber que todo ha pasado ya, que tu pequeño está sano y feliz de vuelta en casa con su familia.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y que sigáis disfrutando de estar juntos, con mucha salud.
Sol.